Inicios duros en Praga

14.09.2012 10:58

Todavía no os he contado mi inicio de Erasmus en tierras checas, sois muchos los que me habéis preguntado y no os he podido contestar, bien porque estaba incomunicado, bien porque no he tenido casi tiempo para conectarme.

Mi primer día fue duro.

Mi idea inicial era alojarme durante el mes de Septiembre en algún tipo de dormitorio y mientras buscar un piso. Así que reserve lo que a mí me pareció un buen hostal, cercano a la universidad pero también al centro. Mi alumno tutor checo, ejerciendo como buen anfitrión, me recomendó otro más barato y después de que yo le diera el visto bueno me hizo la reserva. Además para asegurarme un plan B, aún no había rechazado la plaza que la universidad me había concedido en su cutre residencia.

Antes de aterrizar yo contaba con tenerlo todo solucionado, pero todo empezó a torcerse al llegar. Mi móvil español no funcionaba, en el hostal no tenían registrada mi reserva, no había WIFI abierto allá por donde pasaba y a las personas que pregunte por éste, o no sabían dónde podía haber o simplemente no hablaban inglés.

Mi situación era la siguiente: no podía comunicarme con nadie (ni con mi alumno tutor, ni con mi familia, ni con los españoles que ya estaban aquí). Así que decidí recurrir a la reserva que tenía en la cutre-residencia pensando que allí habría internet y por lo menos dejaría de estar incomunicado. Como podéis deducir, en ese momento la comunicación era mi prioridad.

La cutre-residencia o Strahov (como aquí la llaman) cumplió con los estándares de la cutrez, como era de esperar. Internet no funcionaba, en la recepción no hablaban ni una pizca de inglés, la pared blanca de la habitación había sido pintarrajeada con un caracol gigante y una especie de cara de Belmez. Después de intentar todo lo que se me ocurrió, lo que me salvo de la incomunicación fue la suerte de encontrarme un español en la habitación contigua, que finalmente resultó ser un compañero de la universidad. Él fue quien me ayudo a comprender donde me había metido.

Por tanto, he terminado en la residencia donde no quería terminar, pero tengo intención de abandonarla en cuanto pueda. Aunque según pasan los días la veo menos cutre y más amigable para vivir por lo menos un semestre.

Para no preocuparos, he de decir que las malas primeras horas en este país han dado paso a otras algo mejores, ocupadas por muchos tipos de registros, obtención de tarjetas, compras, comidas en restaurantes, actividades de la semana de bienvenida, paseos por la ciudad... Pero estas cosas ya os la contaré en otro post.

 

Ismael